El problema del dinero que no tienes es que has de ganártelo. El problema del dinero ganado es estar atentos a no perderlo y por esto se trata de aumentar su cantidad. Sin embargo, el riesgo de perderlo sigue ahí.
“Para poner a prueba la realidad hemos de verla en la cuerda floja. Cuando las verdades se hacen acróbatas podemos juzgarlas”. (Oscar Wilde)
¿Creéis que esta frase sea verdadera? Hay solo una manera para descubrirlo, hacer una prueba. Tomemos una realidad escabrosa de una empresa: “La escasa productividad”, que se traduce en menos beneficios y en una menor capacidad de invertir en cualquier ámbito.
Esto es algo obvio. Lo que es menos obvio es entender que tiene que ver el escritor irlandés Oscar Wilde con un tema tan práctico como las ganancias. El dinero.
Pues bien, tiene que ver cada vez que un artista de la palabra nos regala una metáfora capaz de esclarecer cuestiones que han llegado a ser tan comunes que ya no nos alcanza la gana de pensar en ellas de una manera que no sea común, o sea, incapaz de brindarnos soluciones nuevas y más eficaces a los problemas de siempre.
Ahora, tomemos el tema de las pérdidas económicas en la empresa”, pongámosla sobre la cuerda floja y a ver lo que pasa. Imagino que alguna vez todos hemos ido al circo y, quiénes todavía no lo han hecho habrán visto en video de un funámbulo capaz de recorrer la cuerda andando de puntillas, caminando con las manos o pedaleando en una rueda. De todos modos, al asistir a estas acrobacias, nadie escatimaría aplausos. Pero ¿por qué? ¿Qué es lo que nos lleva a aplaudir?
Aplaudiríais si el mismo funámbulo hubiese recorrido la cuerda floja al igual que un Navy Seal, es decir, sujetando la cuerda entre los brazos y las piernas y recorriendo la cuerda en un tercio del tiempo. Si bien, esta técnica carece de espectacularidad requiere mucha fuerza física para que se ejecute bien. Sin embargo, nadie aplaudiría. ¿Por qué?
Porque lo hermoso de la cuerda floja no consiste en el suspense dado por alguien que podía caerse sino en su equilibrio. Nosotros admiramos el equilibrio porque al hombre siempre le ha fascinado la fuerza y no hay nada que pueda representar la fuerza mejor que el equilibrio.
Tomemos a nuestro funámbulo. Su cuerpo alcanza el equilibrio cuando todas sus fuerzas aplicadas anulan el movimiento, creando un estatismo controlado.
Imaginad centenares de músculos que liberan energía, fuerza dando como resultado la calma en lugar de colisión. El equilibrismo no es solo un arte sino es una metáfora de la realidad que nos rodea.
Al fin y al cabo, ¿la naturaleza no se ha preservado hasta el día de hoy siguiendo la misma dinámica?
El conjunto de energías y leyes de la naturaleza de las cuales depende la vida, los fenómenos meteorológicos y la desestabilización telúrica permiten a la tierra preservar su equilibrio, aquel estatismo generado por las diferentes energías que se equilibran.
Hasta nuestros pensamientos, para que sean racionales, necesitan alcanzar un equilibrio mental, una especie de firmeza de nuestra voluntad. La alternativa sería la inestabilidad y la locura.
Esto es lo que hay detrás del aplauso al equilibrista: la admiración hacia el estatismo generado por el control. Ahora la pregunta es: si el equilibrio es un patrón que empieza desde la naturaleza y llega hasta los meandros más recóndito de la mente humana, ¿por qué no debería estar presente también en una empresa, un aglomerado de personas?
¿Y de qué manera el equilibrio, dentro de una empresa, se convierte en una herramienta capaz de prevenir las pérdidas económicas?
A la luz de lo dicho hasta ahora, es natural imaginar la empresa como si fuese un funámbulo, es decir, un ser hecho de varias partes, las cuales, desempeñando su propria función, producen una fuerza que, bajo el control apropiado, permiten realizar la performance.
Ya sé lo que estáis pensado. Creéis que estoy aludiendo a la necesidad de potenciar el trabajo en equipo o trabajar más en el team building o mejorar la comunicación entre los diferentes departamentos.
No cabe la menor duda sobre el hecho de que estas sean medidas muy útiles, sin embargo, ¿creéis que haya molestado a Oscar Wilde para deciros algo tan obvio, condado os una historia que ya conocéis?
No ha sido un coach a enseñarnos que, para alcanzar los objetivos, el trabajo en equipo, junto con una comunicación eficaz, es fundamental. Lo hizo el reino animal.
Los leones, animales cuyo peso puede rebasar los 200 kilos, a pesar de ser los predadores más poderosos de África, tienen un modesto 30% de éxito en la caza mientras que los licaones, los perros selváticos africanes con 30 kilos de peso, tienen una tasa del 80% de éxito. Esto se debe a la mayor complejidad de su estructura social y de lenguaje.
Ahora, ¿no es paradójico que nosotros, mamíferos bípedes dotados de la estructura social y el lenguaje más complejo que existe en la naturaleza, nos encontramos en una situación en la que tenemos que entrenarnos a utilizar algo que ya está en nuestra índole?
El hombre siempre ha tenido la capacidad de trabajar en equipo y comunicar con sus congéneres. Si no hubiera sido así, ya nos hubiéramos extinguidos. El problema al que nos enfrentamos hoy consiste en acordarnos de nuestra índole cuyo potencial demasiado a menudo nos escapa. Y este problema se manifiesta en particular entre los departamentos de la empresa.
¿Creéis que un equilibrista pueda hacer mucho con sus piernas fuertes si los músculos del dorso no contrapesas el entero cuerpo?
Por supuesto que no. Si aun el más pequeño de sus músculos lo abandonara en una situación de precariedad, él se caería. Lo mismo pasa en una empresa. Las circunstancias pueden hacer que, en un determinado momento, el departamento que hasta aquel entonces se consideraba secundario, hora se vuelva indispensable para alcanzar el objetivo común. Se gana juntos y se pierde juntos…
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